Consejos de una niña santa

Santa Jacinta, la pequeña niña que vio a nuestra Señora en Fátima, murió en 20 de febrero de 1920, iba a cumplir 10 años.

Ella solía decir a sus amigas: “No hagáis esto, que ofende a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

Poco antes de morir dio estos consejos, que ella recibió de la Virgen, a una religiosa que la cuidaba:

No ande rodeada de lujo, huya de las riquezas. Sea amiga de la santa pobreza y del silencio.

No hable mal de nadie y huya de quien hable mal.

Tenga mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al cielo.

La confesión es el sacramento de la misericordia, hay que acercarse a ella con confianza y alegría. Sin confesión no hay salvación.

La mortificación y los sacrificios agradan mucho a nuestro Señor.

Los pecados que llevan más almas al infierno son los pecados de impureza.

Han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor.

Las personas que sirven a Dios no deben andar con la moda. La Iglesia no tiene modas. Nuestro Señor es siempre el mismo.

Se cometen muchos pecados y muy graves en el mundo. Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida.

Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor ni hacen penitencia.

Muchos matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor ni son de Dios.